En todas las épocas los jugadores de fútbol con talento excepcional han hecho de este deporte unos espectáculos apasionantes para las masas, con grandes movimientos económicos, profundos cambios en la presentación, en la información, políticos y sociales de gran trascendencia. A pesar de que lo intentan una y otra vez el resultado deportivo sigue sin poder controlarse totalmente, puesto que hoy como ayer sigue dependiendo en gran parte de saber jugar, querer jugar, saber que formas parte de un equipo y lo que esto significa, respeto a las decisiones de los árbitros, aficionados, adversarios, al Entrenador y tener una pizca de suerte para que cuando el balón dé en el palo entre.
La lectura de un articulo de David Gistau en el que decia entre otras cosas que la inspiración futbolística es una especie de milagro siempre renovado, un regalo que ni sabemos muy bien por qué nos es dado ni cuando nos será arrebatado. A todo el que vive de un talento espontáneo, de un don natural que no sabe muy bien por qué le ha sido dado, le inquieta que el milagro no se repita con la frecuencia que quisiera. El temor al partido en blanco, a la pérdida del don espontáneo.
Personalmente creo que estos dones se alargan, incluso se controlan bastante, con la máxima dedicación, tratando de aprender cada dia del juego, de sus reglas, de los contrarios, de los entrenadores que dedican sus conocimientos a la corrección de los errores que inevitablemente se producen, para mejorarlos, aspecto este que en muchos jugadores profesionales curiosamente, es, inversamente proporcional a las ganancias.
La lectura de un articulo de David Gistau en el que decia entre otras cosas que la inspiración futbolística es una especie de milagro siempre renovado, un regalo que ni sabemos muy bien por qué nos es dado ni cuando nos será arrebatado. A todo el que vive de un talento espontáneo, de un don natural que no sabe muy bien por qué le ha sido dado, le inquieta que el milagro no se repita con la frecuencia que quisiera. El temor al partido en blanco, a la pérdida del don espontáneo.
Personalmente creo que estos dones se alargan, incluso se controlan bastante, con la máxima dedicación, tratando de aprender cada dia del juego, de sus reglas, de los contrarios, de los entrenadores que dedican sus conocimientos a la corrección de los errores que inevitablemente se producen, para mejorarlos, aspecto este que en muchos jugadores profesionales curiosamente, es, inversamente proporcional a las ganancias.
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