Decía Oleguer defensa del FC Barcelona en una entrevista el pasado 19 de noviembre, horas antes del partido Real Madrid FC Barcelona, a la pregunta de si Ronaldinho era el alma del Barça, el líder: “ No, el Barça tiene 24 almas. No hay un líder. Toda la gente del vestuario contribuye. Esa es la fuerza de este equipo”
Yo añadiría, voluntades que se entregaron a la idea que construye su entrenador Fran Rijkaard, a la filosofía de que este juego puede ser capaz de conformar un clímax de pasión y fuerza, pero también de paz, de compañerismo, de capacidad de unir, de extraer algo mas que lo que permanentemente ofrecen todas las ligas del mundo y de esta forma poner de manifiesto lo mejor de cada profesional, la actitud y la entrega de los talentos por formar parte de un equipo, de un todo que organizado y dirigidos, puede dejar al descubierto y sin opciones a una de las mejores plantillas del mundo.
Todo transcurrió como debía, el público extraordinario en su papel, animando a sus jugadores y presionando al rival; pero a la vez señor, caballeroso y sobre todo generoso por el respeto que mostraron muchos aficionados. Con escudo y bufanda del Real Madrid aplaudieron los goles del mejor incluida la despedida cariñosa del pitido final, demostrando que hay conciencia de que algo distinto ocurrió, ocurría en el terreno de juego. El respeto del vencedor al equipo que pierde y la aceptación del derrotado hacen de este un encuentro excepcional.
Con ejemplos de esta magnitud el fútbol sobrepasa el terreno de juego elevándolo a la categoría que le corresponde. En una sociedad donde parece que todo se puede alcanzar sin el mas mínimo esfuerzo, en cualquier ámbito, en los estudios, en el trabajo, en las relaciones, en la organización de una sociedad que constantemente reclama derechos rehuyendo las obligaciones que tiene y debe aportar para poder conseguir sus mejores objetivos.
Para que individualidades del talento de Ronaldinho, Messi, Eto’o o Xavi, formen parte de un bloque, tienen que estar dirigidos. Muy bien dirigidos, responsabilidad que siempre recae en el entrenador, hoy afortunadamente para todos ellos es Fran Rijkaard, que a su vez sabe sumar y sacar el mejor rendimiento de toda su plantilla.
Una orquesta, un equipo bien dirigido, que ha necesitado su tiempo. Tiempo este que la mayoría de dirigentes niegan a sus entrenadores, - cuando se producen unos malos resultados deportivos - , o también porque muchos de estos entrenadores no saben, no pueden, o no quieren asumir los riesgos que comporta alinear a los mejores, sin mirar contratos o presiones externas. Autonomía a jugadores de talento para interpretar el juego ofensivo; dar oportunidades a jóvenes con talento. Cuando no tienen más argumentos, recurriendo, escudándose en la frase tópica “el que quiera ver un espectáculo que vaya al circo”. No contribuyendo con esa actitud a que proliferen encuentros como el de este Real Madrid FC Barcelona, pleno de armonía y de ritmo, de belleza plástica, entretenimiento y emoción, con la culminación de un espectáculo sublime, que calma y arrastra a quien lo visualiza, a través del juego colectivo y el talento individual al servicio del equipo, venciendo al rival sin humillarlo pero a la vez mostrando el camino que se tendría que seguir para disfrutar de un todo.
Me gustaría y no debo ser el único que lo piensa, que partido del sábado, podría servir de ejemplo a dirigentes, aficionados, medios de comunicación y especialmente a esa mayoría de técnicos que permanentemente están en contra de tomar riesgos para que este espectáculo pueda suceder con la frecuencia debida en el fútbol profesional y que pase como norma de conducta al fútbol formativo para que desde allí, después, sea la actitud a seguir en los que empiezan su periplo y no como esta ocurriendo ahora que los malos ejemplos son “el pan nuestro de cada día” ya en las primeras edades de nuestros jugadores.
De todo este proceso difícil, incomodo, complicado que es la formación y dirección de grandes jugadores, sabe mucho, y tendría mucho que decir dada su gran experiencia Arrigo Sacchi, Director Técnico actual del Real Madrid quien para refrescar memorias, en las temporadas de 1987 a 1990 construyo un gran equipo, el Milán, al que hizo campeón y paseo por todo el mundo. Vanderlei Luxemburgo además de comunicarse con los jugadores a través del “pinganillo” podría tener una charla extensa, respetuosa y fluida con Arrigo, seguro, seguro que encuentran el mejor camino para que esta plantilla de individualidades que forman el Real Madrid, un día también pueda formar un equipo, un gran equipo.
Yo añadiría, voluntades que se entregaron a la idea que construye su entrenador Fran Rijkaard, a la filosofía de que este juego puede ser capaz de conformar un clímax de pasión y fuerza, pero también de paz, de compañerismo, de capacidad de unir, de extraer algo mas que lo que permanentemente ofrecen todas las ligas del mundo y de esta forma poner de manifiesto lo mejor de cada profesional, la actitud y la entrega de los talentos por formar parte de un equipo, de un todo que organizado y dirigidos, puede dejar al descubierto y sin opciones a una de las mejores plantillas del mundo.
Todo transcurrió como debía, el público extraordinario en su papel, animando a sus jugadores y presionando al rival; pero a la vez señor, caballeroso y sobre todo generoso por el respeto que mostraron muchos aficionados. Con escudo y bufanda del Real Madrid aplaudieron los goles del mejor incluida la despedida cariñosa del pitido final, demostrando que hay conciencia de que algo distinto ocurrió, ocurría en el terreno de juego. El respeto del vencedor al equipo que pierde y la aceptación del derrotado hacen de este un encuentro excepcional.
Con ejemplos de esta magnitud el fútbol sobrepasa el terreno de juego elevándolo a la categoría que le corresponde. En una sociedad donde parece que todo se puede alcanzar sin el mas mínimo esfuerzo, en cualquier ámbito, en los estudios, en el trabajo, en las relaciones, en la organización de una sociedad que constantemente reclama derechos rehuyendo las obligaciones que tiene y debe aportar para poder conseguir sus mejores objetivos.
Para que individualidades del talento de Ronaldinho, Messi, Eto’o o Xavi, formen parte de un bloque, tienen que estar dirigidos. Muy bien dirigidos, responsabilidad que siempre recae en el entrenador, hoy afortunadamente para todos ellos es Fran Rijkaard, que a su vez sabe sumar y sacar el mejor rendimiento de toda su plantilla.
Una orquesta, un equipo bien dirigido, que ha necesitado su tiempo. Tiempo este que la mayoría de dirigentes niegan a sus entrenadores, - cuando se producen unos malos resultados deportivos - , o también porque muchos de estos entrenadores no saben, no pueden, o no quieren asumir los riesgos que comporta alinear a los mejores, sin mirar contratos o presiones externas. Autonomía a jugadores de talento para interpretar el juego ofensivo; dar oportunidades a jóvenes con talento. Cuando no tienen más argumentos, recurriendo, escudándose en la frase tópica “el que quiera ver un espectáculo que vaya al circo”. No contribuyendo con esa actitud a que proliferen encuentros como el de este Real Madrid FC Barcelona, pleno de armonía y de ritmo, de belleza plástica, entretenimiento y emoción, con la culminación de un espectáculo sublime, que calma y arrastra a quien lo visualiza, a través del juego colectivo y el talento individual al servicio del equipo, venciendo al rival sin humillarlo pero a la vez mostrando el camino que se tendría que seguir para disfrutar de un todo.
Me gustaría y no debo ser el único que lo piensa, que partido del sábado, podría servir de ejemplo a dirigentes, aficionados, medios de comunicación y especialmente a esa mayoría de técnicos que permanentemente están en contra de tomar riesgos para que este espectáculo pueda suceder con la frecuencia debida en el fútbol profesional y que pase como norma de conducta al fútbol formativo para que desde allí, después, sea la actitud a seguir en los que empiezan su periplo y no como esta ocurriendo ahora que los malos ejemplos son “el pan nuestro de cada día” ya en las primeras edades de nuestros jugadores.
De todo este proceso difícil, incomodo, complicado que es la formación y dirección de grandes jugadores, sabe mucho, y tendría mucho que decir dada su gran experiencia Arrigo Sacchi, Director Técnico actual del Real Madrid quien para refrescar memorias, en las temporadas de 1987 a 1990 construyo un gran equipo, el Milán, al que hizo campeón y paseo por todo el mundo. Vanderlei Luxemburgo además de comunicarse con los jugadores a través del “pinganillo” podría tener una charla extensa, respetuosa y fluida con Arrigo, seguro, seguro que encuentran el mejor camino para que esta plantilla de individualidades que forman el Real Madrid, un día también pueda formar un equipo, un gran equipo.